Cada año es un triunfo.
Cada año es un triunfo.
Aprender a perdonar pero nunca olvidar

"Cuando yo era una niña, las mujeres como yo eramos monstruos, personas con problemas siquiatricos y conocí muchas que sufrieron mucho. Ser lesbiana era un castigo". explica V (68 años). "No sólo sufrías la violencia de la sociedad, te tocaba cada mina traumada, que te querías matar, pero hagamos la charla ahora porque para mi la comida es un ritual".

V perdió a su pareja en la pandemia del Covid. Ella eligió que cocinemos unas pizzas rellenas de queso, una receta que le enseñó su esposa. "Ella está aquí, yo la siento. Hace tiempo que dejé de poner atención a las sensaciones malas y feas y pongo toda mi atención a lo que me hace bien. Recordarla me hace bien".

"¿Cuándo te das cuenta que envejeciste? Cuándo aprendes a perdonar pero nunca a olvidar. Porque todo lo que vivis es aprendizaje y suena a coucheo pero es la realidad". me explica V.

Me cuenta que no conoce otras mujeres lesbianas de su edad y que socializa poco. "Desde que mi esposa murió paso mucho tiempo dedicado a ella. A proteger su recuerdo, para mi, porque eramos las dos solas, solas y amandonos. La extraño mucho".

"No encontré un espacio en el que poder llevar adelante mi duelo, porque las lesbianas que conocí viven de joda, repitiendo prácticas de los varones, yo me pregunto ¿ninguna tiene el corazón roto? yo si y prefiero estar sola".

"Ser LGBTIQ es estar en Disneylandia las 24 hs, ser Barbie o Ken y yo soy vieja, viuda y poca pulgas. mmmm No hay match".

Cenamos en otro clima hablando de jazz y luego comimos un rico postre que hicimos entre todas. Antes de irnos V nos dijo "¿ repetimos esta cena otro dia?" y todas dijimos "SI!"